Salvador Barver es el chico de enero.
Ojalá bastase esta frase para describirlo, nunca se me ha dado bien escribir sobre él y esta presentación, aunque ahora las cosas son distintas, lo demuestra.
Aquí va mi mejor intento:
Salvador Barver es el chico de enero y siempre lo será. Tiene los ojos más negros del mundo, la sonrisa más esquiva y dulce (él lo negará si se lo preguntas) y tiene la mala, malísima costumbre, de dejar las frases a medias, de hablar con acertijos y de ser un misterio ambulante.
La familia Barver es una de las familias más conocidas de Barcelona, si aquí tuviésemos un «it family» serían ellos, aunque en plan retorcido y complicado. Los padres de Salvador se divorciaron cuando él tenía catorce años, su padre, el señor Barver (creo que nadie le llama nunca por su nombre de pila) convirtió el ya próspero negocio familiar en uno de los grupos editoriales más importantes del país -esto lo he sacado de la wikipedia-: el grupo Olimpo. La madre de Salvador, Rita, es maravillosa, aún no me he atrevido a preguntarle cómo se casó con el señor Barver, pero espero hacerlo algún día. Rita volvió a casarse años más tarde con un viudo con un niño pequeño, Pablo, y le dio así a Salvador un hermano increíble. En serio, Pablo es increíble, tenéis que conocerlo.
Salvador estuvo «desaparecido en combate» durante años, justo después de acabar la universidad y cuando toda la prensa económica del país daba por hecho que iba a sustituir a su padre, él se largó. Nadie sabe dónde estuvo. Nadie se atreve a preguntárselo. De repente volvió de la nada y efectivamente ocupó el cargo de su padre. El mismo año que yo empecé a trabajar en una de las revistas del grupo Olimpo, la revista GEA.
Salvador tiene seis años más que yo. No es nada. Es mucho. Es… bueno, tenéis que leer mi historia para averiguarlo.
Se suponía que Salvador iba a negarse a ser el chico de enero. Se suponía que un hombre como él, una especie de príncipe de las tinieblas en cuanto a salir en la prensa se refiere (irónico, lo sé, dirige un grupo editorial con no sé cuántas revistas y le tiene tirria a la prensa), iba a decir que no y yo iba a poder librarme.
Salvador dijo que sí y empezó mi año.
No sé si te gustaría ver una foto suya, me imagino que sí, quiero que tu respuesta sea sí, pero de momento él sigue resistiéndose. Cuando consiga hacerle cambiar de opinión, te aviso.
¿Tú cómo te lo imaginas? ¿Te atreves a sugerirme algún actor o modelo? Lo digo porque seguro que a él le dará mucha rabia y se pondrá furioso y así le convenceremos para que de una vez se saque una foto como Dios manda…o como manda Abril (mi mejor amiga y fotógrafa de GEA).